Proserpina vestida de rojo pasión, el color de la granada, que poco a poco desgrana comiendo las semillas, tiñe de pasión sus labios carnosos que dan color a su blanca y tersa piel. Sus ojos azules quedan ocultos por el resplandor de sus labios.
Mujer esbelta, con largo cuello, recuerda esos largos cuellos de las grullas de Extremadura, belleza ambigua, que se transforma en un ser polivalente capaz de todo. Ser todopoderoso.
Diosa de la fertilidad, de la vida, muerte y resurrección, ama de las cosechas que con su mano toca consiguiendo grandes augurios, hermana de Mari, hermanamiento de dioses Vascos y Romanos, que juntos prosperan unidos por el bien de la humanidad.